viernes, 18 de junio de 2010

Dagnino/ Varsavsky - FCEN/ Carrasco

Introducción

Renato Dagnino: Brasileño, Ingeniero, Doctor en Economía y experto en Política Científica reconocido internacionalmente.

A continuación, transcribimos una entrevista que le realizara Carlos Borches, el 03-12-2002. La misma fue titulada: "La Universidad es disfuncional a la sociedad y al país" y fue dada a conocer oportunamente por la Oficina de Prensa de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA (www.fcen.uba.ar/prensa/noticias/2002/opinion_03dic_2002.html).

Más allá de tener 8 años y referirse principalmente al Brasil del 2002, el reportaje aborda algunos temas que encajan perfectamente en nuestra realidad actual. Además, puede servirnos para pensar o reflexionar acerca de los ejes sobre los que se deberían articular las políticas CyT en nuestro país.

También permite ver la percepción del Dr Dagnino sobre CyT en el marco de las problemáticas sociales. Esto está muy relacionado, desde lo conceptual, a temas como la Producción Pública de Medicamentos y otros, que hoy parecen haber sido desactivados por nuestro ministro de Salud de la Nación, Dr Juan Manzur.

El texto además podría reavivar inquietudes sobre un debate postergado en nuestro país, acerca del papel que deberían jugar las universidades y los organismos del sector.

Al final hay una reflexión del autor de la nota -Carlos Borches- sobre el Dr Oscar Varsavsky.

Entrevista a Renato Dagnino (año 2002)

"La Universidad es disfuncional a la sociedad y al país"

Por Carlos Borches

No se sorprende cuando le preguntan si será el futuro ministro de Ciencia y Tecnología del gobierno de Lula. «Lo dudo, muchos colegas se molestan con las cosas que digo» responde Renato Dagnino y larga una carcajada contagiosa como su optimismo. Dagnino siente que Brasil está frente a una oportunidad histórica y sostiene que la universidad puede ocupar un lugar protagónico si se pone a la altura de las circunstancias. «Pero para eso -dispara Dagnino- es necesario atender a las necesidades de la mayoría y dejar de buscar legitimación en la comunidad científica internacional».

Renato Peixoto Dagnino se recibió de ingeniero en 1974 pero fue orientando sus preocupaciones al terreno del desarrollo de las políticas de Ciencia y Tecnología que lo llevaron emprender un doctorado en economía y un postdoc en el Centro de Investigaciones de Política Científica de la Universidad de Sussex (Estados Unidos), luego del cual regresó a Brasil para trabajar en el Departamento de Política Científica y Tecnológica del prestigioso UNICAMP de San Pablo. Recientemente visitó nuestro país donde brindó un curso en el Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la UBA y también brindó charlas en la Universidad de La Plata y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Imaginemos el mejor escenario para el Brasil de los próximos años. ¿Qué papel desempeñaría la universidad en el nuevo Brasil que promete Lula?

Renato Dagnino- Primero que nada hay mucho por cambiar en la Universidad brasileña para que pueda hacer un aporte significativo. La actual universidad es disfuncional a la sociedad y al país; y esta disfuncionalidad va más allá de lo ideológico porque es denunciada por derecha y por izquierda. Pero lo más peligroso para nuestras universidades es que los universitarios advierten la disfuncionalidad y sin embargo persiten en respuestas que no satisfacen a nadie.

Pero las universidades de la región proclaman su adhesión a un modelo de desarrollo con alto valor agregado donde los aportes científicos y tecnológicos que pueden proporcionar las universidades son significativos.

Tanto en Argentina como en Brasil, las élites universitarias han agotado su influencia entre las élites económicas, pero esto no parece ser advertido y por eso se habla del papel de las universidades en un proyecto de desarrollo que ya no es real.

Mira: en Brasil, a diferencia del caso argentino, los gobiernos militares y las élites económicas entendieron que las universidades y los investigadores jugaban un papel importante en el proceso de sustitución de importaciones y se puede decir que se dió una suerte de pacto implícito. El gobierno militar de los 60 apoyó fuertemente muchas ramas de las ciencias (incluso las sociales) y la academia se refugió en las universidades sin hacer demasiado barullo hacia afuera. Pero todo esto terminó. El modelo de sustitución de importaciones ya no funciona, las élites económicas ya no ven muy importantes a las universidades y por eso el discurso pretendidamente seductor del desarrollo de la mano de las universidades ya no entusiasma a las élites económicas.

Esto que Ud. dice debe ser de las cosas que no suenan bien entre sus colegas.

¡Pero es así!. El modelo que se apoyaba en sustituir primero las importaciones y luego sustituir la tecnología terminó drásticamente. Hoy nuestros países exportan materia prima con muy poco agregado y los sectores económicos que se benefician de esas exportaciones ya no necesitan el producto de nuestras universidades. Para ellos las universidades son un lujo. Perdimos nuestro papel en esa economía y nos quedamos sin brújula, sin poder encontrar nuestro norte. Lamentablemente esto no es percibido por las fuerzas políticas universitarias que pierden prestigio y pierden capacidad de convencimiento y reiteran las mismas respuestas como si nada hubiese cambiado. Reducimos toda la política a pedir presupuesto, a lamentarnos porque los políticos no nos comprenden y los sectores económicos no aprovechan nuestros saberes y este es un discurso defensivo que se agota, ya se agotó y carecemos de un planteo hacia el futuro. El movimiento universitario esta desconcertado y las respuestas son actos reflejos Fíjate, en los 90 hubo seis meses sin clases en las universidades federales de Brasil, la Universidad Autónoma de México estuvo de paro un año y en ningún caso pasó nada. ¿Puedes imaginar que un centro universitario importante de los Estados Unidos pare dos semanas sin que intervengan los intereses económicos ligados a esas universidades?

Bueno, y si fuera así, ¿que deben hacer las universidades para recuperar su rumbo?

Esa es la tarea central que deben asumir las universidades ante la oportunidad de cambios sociales tan amplios como los que se vislumbran en Brasil. Lo primero, como ya lo reclamaba en la década del ´60 Oscar Varsavsky, la universidad debe abandonar su orientación exógena. En una universidad que trata de emular lo que se hace en los países desarrollados, que no tiene una agenda propia, no se concibe que se pueda hacer otra cosa que no sea lo que está bien para el primer mundo.

Pero las comunidades científicas locales trabajan en interacción con centros internacionales prestigiosos que ofrecen un marco de referencia concreto. Es dificil pensar que se puede abandonar ese escenario por algo que todavía parece muy difuso.

Bueno, dar el primer paso y tomar conciencia de que lo importante en el primer mundo puede no servirnos a nosotros, no es poca cosa. Hay que dejar de creer ingenuamente en la versión tecnológica de la teoría del derrame que promete el desarrollo de tecnologías a cualquier costo con la esperanza de un derrame tecnológico para todos cuando ese derrame nunca llega: hoy los sin techo siguen construyendo sus casas como se hacía en la antigua Babilonia, o encaran sus cultivos con tecnologías extremadamente ineficientes y poco intensivas. Como en el hemisferio norte la población no ha crecido y no se encuentran con grandes problemas habitacionales no se ocupan de estas cuestiones, en cambio acá si es un grave problema y como reproducimos sin criticar las agendas científicas del norte seguimos dándole la espalda a las necesidades de la población.

¿Podríamos resumir su planteo diciendo que habría que centrar las políticas científicas en las necesidades de la población?

¡Y no es poca cosa! Esta universidad, que ya no es funcional ni para los sectores económicamente poderosos, tiene la oportunidad histórica de volverse útil para la sociedad, y los problemas sobre los cuales puede trabajar no son menos importantes. Hay que tener cuidado con los términos que se usan. Cuando uno incorpora términos como "problemas de punta" o "desarrollos Hi-Tech" te están diciendo qué es importante y qué no lo es, pero la ciencia y la tecnología no tiene un arriba y un abajo, no tiene partes con punta y otras planas. Te doy un ejemplo: el 50% de la gente en Brasil no tiene agua potable y si quieres darle respuesta a ese elemental problema tienes que resolver cuestiones complejísimas como de dónde sacas agua, cómo purificarla, qué se hará con las aguas servidas, etc; algo que puede ser fácil si piensas en resolverlo para una pequeña población, pero que es muy complejo cuando debes darle respuesta urgente a millones de habitantes.

¿Ud cree que las universidades autónomamente podrían encolumnarse en esa dirección?

La academia ve como pernicioso cualquier intento de que la política interfiera en la formación de su agenda, pero esa política academicista es muy poco transparente y excluye a la sociedad del proceso de participación que debería estar en el centro de los grandes cambios. La historia señala la existencia de muchas especies que se han extinguido porque mantuvieron un comportamiento reflejo sin advertir que las situaciones cambiaban y nuestras universidades están ante el dilema de seguir formando gente para un pasado que no volverá o apostar a una nueva alianza abriéndose al estado y al pueblo.

Oscar Varsavsky (por Carlos Borches, 2002)

No son pocas las referencias que Dagnino hace sobre la obra de Oscar Varsavsky y me pareció interesante hacer algún comentario sobre su obra, pero cuando empecé a buscar los libros que tenía en mi biblioteca tuve que repasar las estanterías más de una vez y luego repasar los los libros para sacarles el polvo que la década del noventa les había depositado (obviamente, con mi consentimiento). Sucede que en los ochenta, en las facultades de ciencias e ingeniería e incluso en las de ciencias sociales, los trabajos de Varsavsky habían ganado mucha difusión entre los estudiantes que queríamos ver que había del otro lado de la muralla que la dictadura militar construyó desde 1976.

Oscar Varsavsky nació el 18 de enero de 1920 y falleció, algunos dicen que de tristeza, el 17 de diciembre de 1976. Estudió en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA (en la época que Exactas e Ingeniería compartían el mismo techo) y aunque se graduó en química no tardó en pasarse a la matemática donde hizo sus primeros aportes. En la década del sesenta llega su consagración en el plano académico donde su nombre se proyectó internacionalmente por ser uno de los primeros en desarrollar modelos matemáticos aplicados a las ciencias sociales en los legendarios primeros años del Instituto de Cálculo de la FCEyN.

Desde 1939 participó activamente en la vida universitaria y tuvo una especial participación en el ciclo que terminó con la renuncia docente masiva de 1966. Pero en aquellos años comienza a mostrar sus diferencias con el grupo reformista que conducía los destinos de Exactas.

Esas diferencias quedaron condensadas en un pequeño libro, «Ciencia, política y cientificismo», que publicó en 1969. En aquel trabajo toma distancia de los reformistas proclamando una actitud «rebelde» que debía ser «estudiar con toda la seriedad y usando todas las armas de la ciencia, los problemas del cambio social, en todas sus etapas y en todos sus aspectos. Esto es, hacer ´ciencia politizada´».

También se ocupó Varsavsky de caracterizar el perfil reformista o desarrollista, a los que llamó «cientificistas» acusándolos de no poder romper con los valores «orientados desde el Hemisferio Norte» aún cuando se proclamaran de «izquierda». «El cientificismo es un factor importante en el proceso de desnacionalización que estamos sufriendo ; refuerza nuestra dependencia cultural y económica y nos hace satélites de ciertos polos mundiales de desarrollo», afirmaba Varsavsky en 1969 y no fueron pocos los investigadores y estudiantes que abandonaron las líneas tradicionales en busca del «proyecto nacional de CyT» .

Pero aquellos acalorados debates se desplomaron durante la segunda mitad de los ´70 y luego, con el derrumbe del socialismo real, sonaron anacrónicos desapareciendo de las agendas de discusión.

Tal vez sea hora de sacarle el polvo y ver si aportan herramientas - (negritas nuestras).

FCEN/ Andrés Carrasco

El miércoles 23 de junio a las 18:30 horas, se realizará una charla-debate en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN), UBA - Ciudad Universitaria: Pabellón 2, Aula 11.

En ella, el Dr Andrés Carrasco dará su visión acerca de los efectos nocivos del glifosato (herbicida asociado al cultivo de soja), charla que iba ser presentada en la Feria del Libro 2010 pero, luego, fue cancelada por los organizadores.

Posteriormente, el Dr Carrasco y otros panelistas analizarán el estado actual de las relaciones entre las instituciones académicas y distintas empresas, así como los efectos de esas relaciones sobre el campo social e institucional.

Este texto se difunde a: Presidencia de la Nación, Jefatura de Gabinete, Ministerios de Educación, Salud, Defensa, Cancillería, Ciencia y Tecnología, Ministerios de Salud Provinciales, ANMAT, Diputados y Senadores Nacionales, Legisladores y Funcionarios Provinciales y C.A.B.A., Academias Nacionales, Instituciones del Sector CyT (INTA, INTI, CNEA, CONICET, SEGEMAR, CONAE, CITEFA, INIDEP, SENASA, INA, ANLIS-Malbrán, UTN), Facultades de Universidades Nacionales, ONG, Laboratorios de PPMV, etc).